Costuras y números

El computador encendido echando afuera su constante ronroneo, cosía la polera que llevaba puesta, en sostén; un sostén rojo de encajes. Él concentrado, sólo mira fijo la pantalla. Pega puntada tras puntada cree que no la veo, cubierta escasamente por ese brasier que me encanta.

Esto lo hace para provocarme, sabe que me exaspera que no me tome atención, mas que voy a hacer su trabajo pagó la polera que estoy cosiendo ahora.
Este proyecto parece que no va a acabar nunca estamos fuera de agenda , estoy atrasado nunca me ha gustado trabajar en casa. Me encanta verlo trabajar, tan concentrado, metido un poco entre sus números, siendo él un número más. Dos puntos más y termino.

Se está poniendo la polera que antes cosía eso significa que se va ir, denuevo a la soledad, la frivolidad de la calle, donde nadie me conoce tanto como él. Cuídate le dije y le di un beso agachándome un poco hasta su silla ¿Te espero mañana en mi casa? me preguntó con esos ojitos que hace a veces y yo a medio derretirme le dije que sí, se iba a parar para dejarme (como el caballero que es) en la puerta o tal vez en mi auto pero me tocó un hombro y me dijo no te preocupes conozco la salida y el camino al acensor. Un exquisito beso en los labios acompañó su adiós y casi me costaba creer que él era el mismo hombre que dos horas y una ducha antes me había roto la polera con impaciencia.